¡Desafortunadas!

El Diccionario de la Real Academia define esta palabra como carente de fortuna, desacertada, inoportuna, y si nos vamos a llevar del sentido estricto de la misma, de esa forma pueden considerarse algunas actuaciones y declaraciones de los últimos días.

Con el premio otorgado al escritor Mario Vargas Llosa que sigue causando escozor y opiniones encontradas, el vocero gubernamental, Rodríguez Marchena, ha dicho que fue una imprudencia política, que no debió otorgársele al peruano-español.

El Ministro de Interior y Policía, que nos tiene acostumbrado a dar declaraciones altisonantes, se destapó con una de que “la violencia que se vive en el país no es tal, sino más bien, percepción”, cuando todos sabemos y sentimos lo que nos está pasando.

Indiscutiblemente que el Presidente Medina tiene que lidiar con algunos colaboradores que no tienen el mínimo sentido de las ocasiones y solamente por la alta valoración y confianza que de él tiene la población, es que mantiene sus niveles de popularidad.

Ya entramos de lleno en el fragor de la campaña electoral y ahora todo lo que se diga y haga tendrá un componente riesgoso que se mostraría en las encuestas por venir, serias, interesadas, ciertas o inciertas, de manera que ahora lo que debe primar en los funcionarios es la sensatez, ecuanimidad y evitar acciones y declaraciones ¡desafortunadas!