¡Día Mundial de la Poesía!

En nuestro comentario de ayer veintiuno de marzo ligamos cuatro conmemoraciones de ese día y el anterior, veinte, pero dejamos a propósito otra conmemoración del veintiuno para sí sola, la poesía.

La poesía es una manifestación de la diversidad en el diálogo, de la libre circulación de las ideas por medio de la palabra, de la creatividad y de la innovación. La poesía contribuye a la diversidad creativa al cuestionar de manera siempre renovada la forma en que usamos las palabras y las cosas, y nuestros modos de percibir e interpretar la realidad. Merced a sus asociaciones y metáforas y a su gramática singular, el lenguaje poético constituye, pues, otra faceta posible del diálogo entre las culturas.

La decisión de proclamar el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía fue aprobada por la UNESCO durante su 30º periodo de sesiones, que se celebró en París en 1999. De acuerdo con la decisión de la UNESCO, el principal objetivo de esta acción es apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética y dar la oportunidad a las lenguas amenazadas de ser un vehículo de comunicación artística en sus comunidades respectivas.

Hemos aprovechado este día para dejarles un poema de nuestro René del Risco Bermúdez, El Viento Frío.

Debo saludar la tarde desde lo alto, poner mis palabras del lado de la vida y confundirme con los hombres
por calles en donde empieza a caer la noche. Debo buscar la sonrisa de mis camaradas y tocar en el hombro a una mujer que lee revistas mordiendo un cigarrillo; ya no es hora de contar sordas historias episodios de irremediable llanto, todo perdido, terminado.
Ahora estamos frente a otro tiempo del que no podemos salir hacia atrás, estamos frente a las voces y las risas,
alguien alza en sus brazos a un niño, otros hay que destapan botellas o buscan entretenidamente alguna dirección,
una calle, una casa pintada de verde con balcones hacia el mar…
Debo buscar a los demás, a la muchacha que cruza la ciudad con extraños perfumes en los labios,
al hombre que hace vasijas de metal, a los que van amargamente alegre a las fiestas.
Debo saludar a los camaradas indiferentes y a los que viajan hacia otra parte del mundo,
porque todo ha cambiado de repente y se ha extinguido la pequeña llama
que un instante nos azotó, quemó las manos de alguien, el cabello,
la cabeza de alguien.
Ahora se acaban aquellas palabras, se harán ceniza del corazón, se quedarán para uno mismo…
Es hermoso ahora besar la espalda de la esposa, la muchacha vistiéndose en un edificio cercano, el viento frío que acerca su hocico suave a las paredes, que toca la nariz, que entra en nosotros y sigue lentamente por la calle,
por toda la ciudad…