Este es un libro clásico de la literatura estadounidense que llevado al cine también se convirtió en un clásico y compite en todas las encuestas entre las tres primeras para ocupar el sitial de Mejor Película de la historia del cine.
No queremos hablar sobre ella si no traer a colación una opinión de un escritor motivacional de Estados Unidos quien dijo: “que por la censura de la época (año 1940) dejar en la película una palabra descompuesta (lo que llamamos, mala palabra) fue que se llegó a la pornografía rampante.
Ese dejar que poco a poco se vayan diciendo y haciendo cosas libremente en los medios de comunicación, es lo que nos ha llevado al estercolero en que nos estamos convirtiendo la radio, la televisión, el cine y ni que decir, la internet.
Bajo el paraguas de “libertad de expresión” se cobijan todas las actuaciones impúdicas y diálogos ofensivos, que dañan reputaciones y hacen sonrojar al más pintado, por las palabrotas dichas con todo desparpajo.
Nos quejamos de la pérdida de valores, de la violencia, de la falta de respeto, de ética y de moral, y no nos hemos puesto a pensar que por no reprender hechos que aparentan ser pequeños o chistosos, llegamos a la permisividad de lo que ahora nos quejamos.
Los deseos de tener y vivir en una sociedad más humana y respetuosa parece ser ¡lo que el viento se llevó!