Sólo el que ha estado preso sabe cuánto vale la libertad, dice uno de los versos de una canción que hizo popular en su época el cantante Daniel Santos, figura estelar en los años cincuenta y sesenta.
La prisión, desde tiempos inmemoriales se concibió como un lugar horrendo para purgar penas por hechos cometidos contra la sociedad, y en ocasiones, quizás todavía hoy, se juntaban a quienes cometían hechos abominables con aquellos que habían delinquido pero no a ese nivel.
En RD desde hace un tipo se ha venido implementando lo que se ha llamado Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria, que procura hacer de las cárceles un lugar de regeneración y educación mientras se cumplen las penas por las violaciones cometidas a la ley.
Una iniciativa anunciada por el Ministro de Cultura y el Procurador General de la República, llama poderosamente la atención y asombra por su originalidad y sobre todo porque mostrará los avances logrados en varias cárceles: la Orquesta Sinfónica Nacional Penitenciaria.
No tenemos información si esto existe en otros países del área, pero aunque no seamos los primeros, la idea no es establecer o iniciar una competencia, el lograr crear una institución así, dentro de los muros de una prisión, es un indicativo de que vamos por buen camino en la regeneración de los presos.
Saludamos con agrado y entusiasmo esta idea y esperamos su pronto debut, tendrá un privilegio que pocas orquestas pueden tener, un director de la talla del maestro José Antonio Molina, un dominicano reconocido en todo el mundo.