¡Palabras finales discurso Rendición de Cuenta!

Ustedes ya me conocen. No vengo a traerles trucos de magia, planes faraónicos, ni palabras grandilocuentes. Soy un hombre sencillo, que ama su trabajo y a su país. Nada más. Lo único que vengo a traerles es la verdad que conozco. La que vivo cada día, a través del contacto con todos ustedes.

La verdad de un país que lucha a diario y que, con esfuerzo, está obteniendo grandes victorias, cosas que hace poco parecían imposibles. La verdad de una gente que progresa, que se esfuerza y que también a veces se desespera, con justa razón. Pero que siempre sigue adelante.

La verdad de una gran familia que, como todas las familias, tiene días buenos y malos, comparte discusiones y alegrías, pero, sobre todo, y por encima de todo, permanece unida por la fuerza del amor. Yo conozco ese país y amo ese país, esa gran familia. Y sé que millones de dominicanos y dominicanas también lo conocen y lo aman así, con sus fortalezas y debilidades.

No creo que todo sea perfecto, no creo que todo esté resuelto, no vivo en una fantasía, pueden estar seguros de eso. Pero tampoco vivo en el cinismo, ni en el desánimo. Allí no me llevarán nunca. Porque desde ahí no se construye, desde ahí no se suma, desde ahí no se avanza.

Por eso elijo decir “en qué le ayudo” en lugar de “eso no sirve” o “eso no se puede”. Elijo pensar que quien me habla tiene buenas intenciones, en vez de sospechar de su palabra. Elijo ver el potencial de cada cosa y cada persona, y no sus defectos.

Elijo intentar nuevos caminos, buscarle la vuelta a los problemas, pero nunca rendirme. Prefiero vivir en el país del vaso medio lleno, del optimismo, del “sí se puede”, del “vamos arriba”. Y sé que la inmensa mayoría de los dominicanos y dominicanas también lo prefieren. Porque desde ahí se hace Patria.

Desde ahí se avanza y desde ahí se llega. Por eso, antes de cerrar estas palabras, hoy les digo: Cambiemos el “sálvese quien pueda”, por el “juntos podemos”. El egoísmo por la solidaridad. La prisa por la comprensión. El cinismo, por la esperanza. Acompáñennos a seguir haciendo Patria juntos. Acompáñennos a poner nuestra energía, talento, capacidad, fe y entusiasmo al servicio de las mejores causas.

No será un camino fácil, es cierto, pero es el único que vale la pena recorrer. Como nos enseña el ejemplo de los padres de la Patria, como nos obliga el llamado de la historia. Porque queremos para cada uno de los dominicanos y dominicanas lo mismo que cada uno de ustedes, padres y madres de familia, quieren para sus hijos.

Seguridad y tranquilidad en cada barrio, abundancia en cada mesa, prosperidad en cada negocio, salud en cada casa, alegría en cada plaza y todas las puertas del futuro abiertas de par en par para nuestros hijos y nietos.

Ese es el país que estamos construyendo. Esa es la Patria Grande de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón, la que estamos haciendo más fuerte y más libre y más justa, día tras día. Que Dios bendiga la República Dominicana, que Dios bendiga a nuestros Padres Fundadores, que Dios bendiga a nuestro pueblo. Muchas gracias.