La columna A Rajatabla que escribe cada domingo el periodista Orión Mejía para El Nacional es nuestro comentario invitado de los lunes.
A pesar de que rebasó la pubertad, la democracia dominicana aún no ha sido formalmente presentada en sociedad, por lo que la mayoría de los ciudadanos no han podido tratarla a profundidad, mientras una minoría la acosa, le inflige “bullyng” o pretende sacarle provecho espurio a su mocedad.
Generaciones de patriotas han aportado sangre, lágrimas y sacrificio para otorgarle el traje que vestiría la doncella en su memorable presentación, que ha sido muchas veces pospuesta porque siempre sustraen los calzados que debe colocarse para caminar libremente.
Es difícil de creer, pero el armario de la democracia está repleto de bellos atuendos jurídicos y políticos, que no ha podido siquiera estrenar porque gente retrógrada que arrastra los pies se lo impide.
Toda esa ropa es de última generación, como la Constitución Política, el sistema de justicia, el andamiaje administrativo del Estado, el régimen municipal, financiero, monetario y su muy fortalecida sociedad civil, pero como princesa prisionera, literalmente a la democracia no le permiten salir del castillo.
Desaforados grupos de presión política y económica pretenden obligarla a pernoctar solo en sus palacetes de intereses, sin poder entender que esa beldad ha nacido para servir y guiar a toda la comarca, cuyos ciudadanos requieren servirse del banquete de los derechos y de las oportunidades.
Cada vez que se procura redistribuir el magro ingreso público, evasores, elusores y otros caníbales que se aprovechan de la injusticia y del desorden, denuncian al Gobierno como dispendioso, pero callan adrede cuando se habla de exoneraciones y exenciones a su favor por 230 mil millones de pesos anuales.
Esa gente quiere que el Ministerio Publico y el orden judicial operen a la perfección, pero solo para los demás, obligados también a cargar con todo el peso fiscal y a sufrir congelamiento de salarios y altos precios de alimentos, electricidad y salud.
Todo gobierno que se atreva a girar, aunque sea un poco hacia el litoral de la justicia social, corre el riesgo de ser excomulgado como ocurrió con el presidente Bosch, porque para esos grupos la democracia solo sirve para intentar perfumar sus podridas ambiciones.
Los dominicanos están compelidos a organizar la fiesta de presentación en sociedad de la auténtica democracia, esa bella doncella que deslumbrará a todos los mortales. Ojalá que la invitación a esa fiesta esté firmada por el presidente Danilo Medina.