El compueblano periodista banilejo, Miguel Franjul, director del Listín Diario, en su editorial de este día analiza la amenaza que se cierne sobre las redes sociales por parte de los gobiernos.
La creciente tendencia de varios gobiernos a imponer regulaciones estrictas sobre las redes sociales está ganando terreno de manera alarmante.
En Nicaragua, bajo la opresión de una dictadura, se ha endurecido la legislación que restringe la libertad de expresión y de prensa.
La nueva norma penaliza cualquier publicación que cause “alarma, temor, pánico o zozobra” en la población, lo que en esencia es un mecanismo de control directo sobre las redes sociales, el único espacio donde persiste un eco de libertad, ya que la prensa independiente ha sido silenciada hace tiempo.
Estas plataformas digitales se han convertido en el principal vehículo para denunciar los abusos y violaciones de derechos en regímenes autoritarios como Nicaragua, Venezuela, Cuba y otros.
Es comprensible, entonces, que estos gobiernos vean en las redes sociales una amenaza y busquen censurarlas, dado su impacto y capacidad de movilización.
Sin embargo, la tendencia a limitar las redes sociales no es exclusiva de los regímenes dictatoriales.
En Brasil, el Supremo Tribunal Federal suspendió la red X (antes Twitter), alegando la negativa de la empresa a moderar contenidos.
En Francia, el gobierno encarceló al fundador de Telegram, Pavel Durov, exigiendo que la plataforma entregue información de usuarios vinculados a delitos graves, como el tráfico de drogas y la pornografía infantil.
Incluso en democracias avanzadas, como Estados Unidos, el control gubernamental sobre la información que circula en las redes no es un tema menor.
Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, reveló recientemente que el gobierno de Joe Biden presionó a la empresa para restringir la difusión de información sobre la pandemia del Covid-19.
El panorama se agrava cuando las restricciones se extienden a la prensa formal e independiente, a menudo bajo la cobertura de leyes ambiguas supuestamente diseñadas para regular las redes sociales.
Es evidente que estas plataformas no solo difunden información sensible, sino que se han convertido en actores influyentes dentro del ecosistema geopolítico mundial.
Representan una barrera formidable contra los excesos de regímenes que no toleran la crítica y rechazan la transparencia y el respeto a los principios democráticos.
En un mundo donde las libertades están bajo amenaza constante, la defensa de las redes sociales como vehículos de expresión libre es más crucial que nunca.
Su papel en la preservación de la verdad y la denuncia de abusos no puede ser subestimado.