¡Relevo generacional!

Cada lunes nuestro comentario invitado es el artículo que escribe el periodista Orión Mejía para su columna A rajatabla que publica los domingos en El Nacional, aquí el de hoy.

Un añejo liderazgo político, empresarial, sindical, académico y de la sociedad civil que ejerció influencia o dominio en el escenario nacional durante generaciones se ha extinguido casi por completo sin que a la vista aflore un relevo en condiciones de sujetar la antorcha hacia mantener el ritmo de la carrera hacia la consolidación democrática.

Líderes asistidos por teléfono celular e iPad se entronizan en las poltronas de los partidos, iglesias, gremios empresariales, centrales sindicales, colegios profesionales, universidades y organizaciones no gubernamentales, como aquel que toca por siempre la campana del templo sin más aspiraciones que tocarlas.

¿Quién en la Iglesia se coloca los calzados del cardenal López Rodríguez? ¿Dónde está el sustituto de Mamerto Rivas? ¿Cómo se llama el mediador que reemplazó a Agripino Nunez Collado?
¿Cómo se llama el dirigente empresarial que la historia llegaría a comparar con Payo Ginebra en el Consejo Nacional de la Empresa Privada? ¿Quiénes serían los relevos de Julio de Peña Valdez, Gabriel del Río y Pepe Abreu en el movimiento sindical?

No niego que la rectoría y el profesorado de hoy de la Universidad Autónoma Santo Domingo (UASD) estén representados por excelentes académicos, pero no creo que acumulen el liderazgo e influencia de sus antecesores, como tampoco lo logran los rectores de universidades privadas.

Los partidos políticos, incluidos los mayoritarios, poseen muchos dirigentes algunos con buen rango de influencia y aceptación, pero ninguno ha podido cruzar la meta del liderazgo pleno e indiscutible.

El déficit en el relevo generacional contrasta con el dilatado crecimiento de la economía lo que se refleja en la consolidación gradual de sus estructuras jurídicas y políticas. La República Dominicana de hoy no es la misma que despidieron a la hora de su muerte Joaquín Balaguer, Juan Bosch ni Peña Gómez.


La Iglesia Católica ya no ejerce el altísimo nivel de influencia en el debate político ni tampoco posee suficiente poder o autoridad para ejercer una efectiva mediación política, económica o social. El cardenal y el monseñor están retirados.

La oposición política posee buenos dirigentes, pero ninguno en capacidad de ejercer un liderazgo que garantice adecuado contrapeso frente al Gobierno o al Poder.

En ese escenario de carencia de liderazgo sería muy difícil que Gobierno, clase política y sociedad alcancen consenso sobre los pactos fiscal, eléctrico, laboral, y de seguridad social. Duele decirlo, pero en este momento de la historia nacional, el presente dominicano está en manos de dos líderes: Danilo y Leonel.